A principios del siglo XX España se enfrentaba a una grave crisis habitacional. El auge de la industria produjo un éxodo masivo del campo a las ciudades y con él llegó el hacinamiento. Los obreros, sin medios económicos para vivir, se fueron asentando alrededor de los grandes núcleos urbanos. Ocurrió en grandes capitales como Madrid, Barcelona o Bilbao, pero también en Baleares.

Los asentamientos y las infraviviendas surgieron como setas en el extrarradio de Palma evidenciando el drama social de la desigualdad, y creando también un grave problema sanitario por la falta de infraestructuras para cubrir las necesidades básicas. ¿Les suena a ustedes esta problemática?

En 1911, durante el trienio liberal de José Canalejas, el Instituto de Reformas Sociales promulgó la Ley de casas baratas, que reconoció por primera vez el derecho a una vivienda digna en España y que fue modificada y ampliada en 1921.

Inspirada en la legislación francesa sobre vivienda social, la normativa trató de dar respuesta a la crisis del momento. La idea era promover y garantizar la construcción de nuevos hogares a precios populares con la participación de entidades públicas y privadas. Entre 1911 y 1924 se construyeron alrededor de 1.290 viviendas al amparo de esa normativa y Palma fue la tercera ciudad de España donde se presentaron más solicitudes, con un centenar de proyectos, solo por detrás de Madrid y Barcelona. Se estima que la capital balear tenía entonces poco más de 67.000 habitantes.

La ley no fijaba un precio fijo para las viviendas, aunque los expertos hablan de un rango de entre 8.000 y 49.000 pesetas (entre 48,08 y 294,50 euros) dependiendo de sus calidades. Ofrecía condiciones ventajosas para los promotores, exenciones de los derechos reales, de los impuestos de transmisión de bienes, de timbre y de naturaleza contributiva a nivel estatal y municipal durante 20 años.

Graduada en Historia del Arte, Sandra Rebassa investiga el fenómeno en Baleares para su tesis doctoral que lleva por título Casas baratas en Palma 1911-1939. «Cuando empecé a centrar mi carrera profesional me vinculé al patrimonio industrial. La gran historiografía se fija en reyes, monumentos y en grandes gestos, en cambio a veces pasamos por alto fenómenos sociales como este. El de las casas baratas tuvo efectos sobre la economía social y la arquitectura y apenas ha sido estudiado», explica la investigadora.

¿Cuántas casas baratas llegaron a construirse en Palma y por qué Baleares está en el pódium del ránking nacional de solicitudes? «Ese fue uno de los datos que más me llamaron la atención cuando comencé a investigar sobre las casas baratas, lo cierto es que a diferencia de lo que ocurrió en grandes urbes como Madrid o Barcelona, donde se edificaron barriadas completas de vivienda obrera, en Mallorca la mayoría de solicitudes presentadas fueron para construir viviendas individuales aisladas, salvo contadas excepciones como las cien casas de Pere Garau, una promoción de 102 viviendas que ocupaba tres manzanas completas y que estaba promovida por la Redención del Hogar, por eso hay más solicitudes», dice Rebassa.

Del total de casas baratas que se construyeron en Baleares un 80 % fueron plantas bajas. Cumpliendo escrupulosamente con la normativa todas las habitaciones tenían garantizada la ventilación a través de ventanas. Este era uno de los requisitos legales para acabar con las infraviviendas en la ciudad. Incorporaban innovaciones como armarios empotrados o lavabos y retretes en interior. En caso de añadir un segundo piso pasaban a tener la consideración de plurifamiliares.

Fotografía de la primera manzana construida de las 'Cent Cases' | Foto: Archivo de la Secretaría General de Agenda Urbana y Vivienda del Ministerio de Agenda Urbana.
Fotografía de la primera manzana construida de las ‘Cent Cases’ | Foto: Archivo de la Secretaría General de Agenda Urbana y Vivienda del Ministerio de Agenda Urbana.

Ses Cent Cases de Pere Garau se enmarcan en esta segunda tipología. Ocupaban tres manzanas completas que compartían un gran patio dotado de una cisterna de agua para garantizar el suministro. Algunas fuentes apuntan a que la promotora, Redención del Hogar, era una cooperativa de trabajadores de Correos, aunque Sandra Rebassa asegura que no ha encontrado ningún documento que deje constancia de este hecho.

«El de Ses Cents Cases es un ejemplo paradigmático de la Ley de casas baratas porque aún se conserva. Lo que se aprecia hoy, al menos exteriormente, se corresponde con los planos presentados entonces. Además sabemos que se creó una sociedad cooperativa con el único objetivo de su construcción que proyectaba una vivienda para cada uno de sus socios», relata la experta.

Para desarrollar la Ley de casas baratas se constituyó la Junta Local de Casas Baratas de Baleares que contaba entre sus miembros con un médico y un arquitecto para garantizar que los proyectos, aún recortando en costes, cumplían unos mínimos de calidad y salubridad. En el caso de Baleares Josep Alomar fue el arquitecto de la junta y también fue el autor de la mayoría de proyectos.

¿Qué se consideraba una casa barata? «Realmente la ley no fijaba un importe, el término implicaba que no tuviera lujos en la decoración como las florituras en las barandillas o rejas propias del modernismo. Alejarse del modernismo implicaba en la práctica abaratar los costes. Son el tipo de casas de una planta del ensanche de Palma. Aunque no hubo un modelo estándar para la construcción de casas baratas, la arquitectura en cada ciudad bebía de la arquitectura tradicional de la zona. Las que se edificaron en Palma eran similares a las que estamos acostumbrados a ver en los pueblos, con tejados a dos aguas, jardín, patio y cisterna. Aunque ese fue el modelo mayoritario también se construyeron algunos bloques de pisos que se alquilaban, pero fueron pocos, algunos de ellos ya estaban hechos y se reformaron o legalizaron como viviendas baratas», dice la historiadora del arte.

Cuando Rebassa inició su investigación la crisis de la vivienda en Baleares no había alcanzado aún el punto crítico en el que nos encontramos ahora. La especialista ha realizado desde entonces varias visitas guiadas a través de la ruta por la Palma de las casas baratas en el marco del festival Open House. «Hago lo que puedo con lo que hay, porque no solo no queda mucho, sino que algunos de aquellos proyectos son imposibles de localizar, porque entonces las calles no tenían nombre. Eran letras y números y se dan muchas duplicidades», dice. Su itinerario comienza en la Soledad, continúa hacia la calle Manacor, para ver las casas de la Caja de Ahorros de Baleares y concluye en las cien casas de Pere Garau.

Aunque la Ley de casas baratas fue pionera a la hora de reconocer el derecho a una vivienda digna en España, sus posteriores reformas son la prueba de que no solucionó por completo el problema. Diez años después la norma se amplió para que pudieran acceder a las casas los trabajadores de clase media, esa clase social que hoy está en peligro de extinción en Baleares.

«La situación de crisis que vivimos ahora no es única, de hecho la falta de vivienda es una cuestión cíclica, constante, que va más allá de la Ley de casas baratas. Ya era un problema a finales del siglo XIX antes de su aprobación y esta ley no lo solucionó. A mediados del siglo XX el Plan Nacional de Vivienda también intentó abordarlo… Está claro que no hemos aprendido la lección, si no, no volveríamos a estar en este punto», concluye la investigadora mallorquina Sandra Rebassa.

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