Uno de cada tres habitantes de Baleares ha nacido en el extranjero y uno de cada dos ha nacido fuera de las Islas. El Observatorio Social de las Islas Baleares lleva tiempo analizando el fenómeno migratorio y advirtiendo de las consecuencias del modelo económico económico y social. David Abril es uno de los investigadores de su equipo.

Licenciado en Filosofía y doctor en Educación, fue diputado de Més hasta su retirada de la vida pública en marzo de 2018. Analiza los datos de presión humana publicados este jueves por el Instituto Nacional de Estadística (INE). En las Islas residen ya 1,25 millones de personas.

«Las cifras que ha dado a conocer esta semana el INE cumplen con las previsiones que ya hizo hace años el propio INE de llegar a 1,5 millones de habitantes en 2030, aunque entonces no detallaba el origen», dice Abril. En opinión del experto esta es una tendencia «esperable» que se viene consolidando desde la recuperación de la crisis económica de 2008-2020.

«Vemos un crecimiento por población inmigrante que viene atraída por el modelo económico de Baleares, es un fenómeno que hemos estudiado en el Observatorio Social», reflexiona el experto. Abril es el autor de un trabajo que compara la inmigración de distintas islas del Mediterráneo que, como Mallorca, «se lo juegan todo al turismo». «En todas estas islas vemos crecimientos exponenciales de población que provienen mayoritariamente del sur de América y que vienen a trabajar. No somos los únicos a los que les pasa, pero somos el territorio (de las islas y de otras regiones del sur de Europa) en el que esto ocurre con mayor intensidad», alerta.

El investigador advierte de que «por mucho que se hable de cambio de modelo económico, la realidad es que nuestro modelo no cambia, se intensifica, y quiere más turistas en vez de más calidad, por eso hace falta cada vez más gente, mas mano de obra».

La grave crisis de la vivienda que vive Baleares provoca que buena parte de los trabajadores de Islas no pueda acceder a una vivienda digna. Organizaciones como Cruz Roja llevan tiempo advirtiendo de un cambio de perfil entre las personas sin techo y cada vez son más los ciudadanos de las Islas (ya sean nacidos o no en Baleares) que se marchan a otros territorios huyendo del encarecimiento del coste de la vida..

Si no cambia el modelo económico y no se resuelve la crisis de la vivienda, ¿El crecimiento poblacional de Baleares podría haber tocado techo? ¿Se mantiene la previsión de 1,5 millones de habitantes en 2030?

«Los colombianos, que desde la pandemia eran el colectivo de inmigrantes mayoritario en Baleares (por delante del marroquí) se están marchando y también se están marchando algunos mallorquines. Hay gente que viene atraída por el trabajo pero que se va por la dificultad de encontrar una vivienda. Resulta difícil reagrupar a la familia o montar un proyecto de vida más allá del trabajo», reflexiona el investigador del Observatorio Social de las Islas Baleares.

Abril opina que «lo que está ocurriendo en este momento es que el modelo ha entrado en contradicción». «Necesita mano de obra, pero ha convertido la vivienda en un bien de mercado y de inversión y los trabajadores ya no tienen dónde dormir; lo hemos visto estos días con el desalojo de trabajadores en Ibiza», recuerda.

En su opinión «los inmigrantes van a seguir viniendo a trabajar a Baleares, pero la situación hará que la población no crezca o decrezca porque, aunque hasta ahora el saldo es mayoritariamente positivo, vemos que la gente, también la de aquí, se está marchando».

¿Qué implicaciones sociales tiene el hecho de que uno de cada dos residentes de Baleares haya nacido fuera de las Islas? «Tiene implicaciones en cuanto a la configuración misma de la sociedad, una sociedad con diferentes culturas y lenguas, aunque la mayoría son colombianos y los magrebíes se han estabilizado ligeramente a la baja», dice Abril.

Para el investigador «sociológicamente lo más preocupante es no ser conscientes de esta realidad y de que la composición de nuestra sociedad no es un fenómeno reversible». «No vamos a volver atrás, a una sociedad que compartía la misma lengua y religión», dice. «Somos una sociedad sociocultural porque así hemos querido que sea; no es blanca católica y burguesa, es la sociedad que hemos querido, esa es a realidad y es necesario ser consciente del deber de acoger en condiciones a esa población que viene de fuera, para que no se cree una segregación espacial y guetos», reflexiona.

Abril alerta sobre el peligro de despersonalizar a la inmigración. «Es irresponsable hablar en tercera persona de la inmigración, cuando esta es un hecho constitutivo de Baleares, antes porque venían los peninsulares y ahora porque vienen trabajadores de otros países. Uno de cada dos habitantes ha nacido fuera de Baleares y debemos acogerlos en condiciones yenseñarles cuáles son los elementos de referencia de la sociedad, en el término de deberes y también de derechos, debería ser una prioridad y no se está haciendo», denuncia.

El aumento constante de población tiene además consecuencias sobre la prestación de servicios e infraestructuras. «Implica más presión y no es responsabilidad de la inmigración, sino de quien la necesita para su modelo económico y productivo», dice el investigador. Recuerda que «lo que se paga de ecotasa es ridículo en relación con el impacto del incremento de población creado por el turismo y lo paga el conjunto de la población (inmigrante o no) que es quien está sufriendo un empeoramiento de los servicios», concluye.

Abril avisa de que «la convivencia debería ser prioritaria en una sociedad con una tercera parte nacida en el extranjero». «Los discursos políticos (él fue diputado de Més en el Parlament balear) «van en sentido contrario y esa es una irresponsabilidad tremenda», concluye.

Fuente de la noticia