El pasado septiembre se celebró la tercera edición de las Aulas Feministas de Ibiza y Formentera, organizadas por el Institut Balear de la Dona, bajo el título Economía para la Igualdad. Si en las pasadas ediciones se trataron los derechos humanos y el empoderamiento de las mujeres con el objetivo de la igualdad real, cuestiones que la economía social y el cooperativismo lleva implícitos en sus señas de identidad, este año el contenido de las jornadas nos hace pensar de inmediato en las cooperatives, empresas socialmente responsables que ponen a la persona por encima del capital.
¿Cuáles son los vínculos entre cooperativismo y feminismo? De entrada, la autogestión y la economía cooperativa no pueden entenderse sin el fomento de la igualdad o la equidad de género. Y aunque queda camino por recorrer, en la práctica son cada vez más las cooperativas que integran una perspectiva de género en las actuaciones, los procesos y los objetivos de su empresa.

Los temas tratados en la III edición de las Aulas Feministas como la perspectiva de género en la reforma laboral, el análisis de la brecha salarial, la economía para el conocimiento, los efectos de la digitalización en las mujeres, el trabajo no remunerado, los cuidados y las tareas domésticas, la corresponsabilidad y la conciliación interpelan directamente a la economía social para los que ofrece alternativas basadas en el bien común y en un proceso económico transformador. La economía de mercado ofrece soluciones pensando en la producción y la acumulación de capital, dejando a un lado las personas; la economía social se centra en el bien de las personas. Según las conclusiones de los estudios elaborados por COCETA y UCTAIB, las cooperativas son el modelo que puede hacer cambiar el sistema establecido y ser el motor de un cambio social y económico.

Las dinámicas de género en el cooperativismo son diferentes a las de otras empresas. Por un lado, el escenario en el que se mueve está mejor preparado para llegar a la igualdad real; procesos de selección no discriminatorios, reducción de la brecha salarial, dinámicas que favorecen la equidad de género en la toma de decisiones, conciliación de la vida familia. Por otra parte, supone una gran oportunidad para atraer talento, especialmente entre las mujeres jóvenes: los sociólogos destacan que las nuevas generaciones se interesan por el sueldo cuando buscan trabajo, está claro, pero valoran mucho más los aspectos que los permitan hacer compatible el trabajo con el modelo de vida que desean.
Las mujeres queremos empoderarnos no para conseguir una cuota de poder, sino para ser las protagonistas de nuestra realización y transformar la realidad. Como dijo la presidenta Francina Armengol en la inauguración de las jornadas, no es la economía lo que mueve el mundo, sino el amor.

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