El jueves 16 de abril se presentó en el Archivo del Reino de Mallorca el II volumen del libro «El complejo comportamiento del voto en Baleares», original de Gonzalo Adán (Psicólogo Social y director del IBES) y Miquel Payeras (historiador y columnista de Ultima Hora). Asistieron los principales representantes políticos, periodistas y directores de medios de comunicación, así como una nutrida representación del mundo asociativo como el Círculo de Economía de Mallorca o ASIMA. A continuación encontrará reproducido el Prólogo del libro, los recortes de prensa y la ficha técnica de la publicación.
En mayo de 2013 los autores presentábamos el primer volumen de esta obra dedicado a las elecciones generales, con el compromiso de ampliar el análisis sobre elecciones autonómicas antes de los siguientes comicios de mayo 2015.
Aquí está ya la segunda parte, conteniendo un amplio análisis de los acontecimientos políticos y electorales que han jalonado nuestra aún joven autonomía. Se ha realizado mucho trabajo de hemeroteca y de datos electorales, lo que ha permitido aventurar tesis explicativas en algunos casos, y críticas en otros, pero siempre rigurosas en su planteamiento. Creemos por lo tanto que se trata de una obra original e interesante. No por ser nuestra, obviamente, sino porque es, desgraciadamente, insólita. En efecto, ni desde la sociología, la politología, la historia o la psicología social se había llevado a cabo un análisis tan pormenorizado de todo el devenir electoral en cada una de las Islas, debidamente contextualizado a partir de la compleja relación entre sus principales actores: ciudadanos, políticos, partidos, medios y los consiguientes resultados electorales.
El principal objetivo de nuestro trabajo ha sido, por tanto, llenar este hueco, deseando que sirva de estímulo para que este tipo de estudios, con sus trascendentales consecuencias, se conviertan en una disciplina mucho más rica en aportaciones de lo que lo ha sido hasta ahora.
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En este segundo volumen el lector encontrará una estructura similar a la del primero, es decir, dos partes, estando la primera dedicada a los protagonistas de cada período electoral – líderes políticos, partidos, coaliciones, encuestas, candidatos, campañas… -, sazonados con las declaraciones, disputas, escándalos, tensiones, nombramientos, dimisiones, tácticas, estrategias y los análisis periodísticos de cada caso.
Al tratarse de un estudio de índole autonómico, donde cada acontecimiento político-electoral es lógicamente consecuencia del anterior, no podíamos evitar la necesidad de explicar, por somero que esto fuera, cómo las Islas llegaron a tener un Estatuto de Autonomía. Es decir, todo el proceso sociopolítico que se dio en Baleares desde que en la dictadura franquista empezó a cuajar, tímidamente y de acuerdo con las circunstancias especiales bajo las que se vivía, el concepto de “regionalización”, allá por el año 1974.
El primer capítulo lo dedicamos pues a este proceso preautonómico, para entrar, a partir del segundo, en el propiamente autonómico, con la inauguración en 1983 de las instituciones de autogobierno balear, las primeras elecciones autonómicas, y todo el posterior desarrollo hasta las última de 2011.
El libro dedica lógicamente una parte importante a la creación y desarrollo de los partidos en Baleares. Desde una perspectiva indisimuladamente crítica, el lector podrá comprobar por ejemplo el permanente desequilibrio entre éstos, su ideología y el voto, una competición a tres bandas en que el PP siempre ha salido infinitamente más beneficiado. Porque si bien las disputas internas han sido costumbre en todos los partidos sin excepción, el PP las ha esquivado mucho mejor, conservando una bolsa de voto envidiable para el resto. Pero por el contrario, las ocurridas en el seno del PSOE le han supuesto un distanciamiento nada despreciable con su votante potencial, con un coste en las urnas que le ha mantenido siempre a mucha distancia del PP. Nos estamos refiriendo a su deriva excesivamente autonomista, que bien por disputarle terreno al PSM, bien porque esta ideología ha impregnado mayoritariamente a sus líderes, ha provocado que sus votantes y simpatizantes hayan sido siempre sustancialmente menores que la de sus homólogos en otras regiones de España.
Las reflexiones sobre las causas y consecuencias de ello, trascendentes para entender las mayorías absolutas del PP o los gobiernos de pactos de progreso, el lector las encontrará como hilo conductor de todos los capítulos, a la vez que se darán las claves para entender la ascensión y declive de UM como partido instrumental, y con mucho mayor detalle, las dificultades del nacionalismo del PSM para constituirse como opción de gobierno, o para constituir coaliciones electoralmente eficaces.
Otro aspecto tratado, transversal a todos los partidos, es la elección de los candidatos, porque nunca ha estado exenta de polémicas y tensiones. Cierto es que la Constitución consagra a los partidos como intermediarios entre representantes y representados y no desciende al detalle de cómo deben funcionar más allá de exigirles mecanismo democráticos, pero sin llegar a que la elección de los representantes dependa de algún tipo de examen o concurso, sin duda el sistema vigente ha dejado mucho que desear. Desde luego que los casos de corrupción – cuya acumulación se desborda durante la octava legislatura -, ha hecho que todos los partidos propongan mejorar los mecanismos de selección, pero más allá del imperfecto sistema de “primarias” – que origina más problemas que los que trata de resolver -, aún no se ha encontrado una solución que resuelva el problema de la alta desafección, que según todas las encuestas se ha convertido ya en el segundo problema ciudadano, y que en el último capítulo analizamos mediante una hipótesis de cambio de ciclo electoral.
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También se ofrece en esta primera del libro un protagonismo evidente a los medios de comunicación. Por un lado porque han sido una fuente fundamental para los autores, como es obvio, pero también porque el periodismo político no solamente opina, informa o analiza, sino que ha terminado por formar parte del devenir sociológico de nuestra comunidad, creando opinión e influyendo de manera más que evidente en las campañas y por lo tanto en los resultados.
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Para una mejor comprensión de todo ello, en la segunda parte del libro se ha descendido al análisis matemático y estadístico de los resultados electorales desde una perspectiva longitudinal, tratando en detalle aspectos como los censos electorales, la abstención, el voto blanco, el bipartidismo, la fragmentación, la polarización nacionalista o los mecanismos de conversión de votos a escaños, con tres capítulos dedicados a la evolución del voto de cada partido de manera independiente y en cada tipo de elección.
Así por ejemplo comprobaremos que a diferencia de las elecciones generales, en las autonómicas el ciudadano de las Islas es menos participativo, pero sus preferencias de voto muy similares, exceptuando una lógica mayor predisposición hacia partidos regionalistas o nacionalistas, pero que en ningún caso llega a valores significativos ni mucho menos mayoritarios.
Sin embargo el análisis comparado con otras Comunidades da mayores singularidades, como por ejemplo que somos los más abstencionistas de España junto a Canarias, que la proporción de voto conservador es mucho mayor, o que el ecologismo ha tenido mucha mayor incidencia que en el resto de regiones. Por el contrario, presentamos una menor proporción de voto progresista, tanto en el caso del PSOE como de EU, aspecto éste que relacionaremos de manera muy detallada con la escasa participación endémica en nuestras islas.
Sin embargo, estas singularidades vamos a llamar estructurales, no excluyen el hecho relevante de que las oscilaciones coyunturales del voto entre elecciones, tanto en la participación como en los apoyos a los principales partidos, son sorprendentemente sincrónicas con la media nacional, dejando por lo tanto en evidencia que tanto las motivaciones para votar o no votar, o las de hacerlo por un partido o por otro, obedece a consideraciones de ámbito nacional, independientemente de la situación sociopolítica autonómica, y sean quienes sean los candidatos. No quiere esto decir que no existan acontecimientos de ámbito local que motiven el voto en un sentido u otro, pero la polarización sobre los dos principales partidos nacionales ha sido hasta ahora tan fuerte, que puede afirmarse que en Baleares se vota en clave nacional y bipartidista, no quedando apenas sitio para las opciones genuinamente nacionalistas o regionalistas.
Este hecho, importante, tiene como otra causa la extraordinariamente elevada oferta electoral, pues tal y como el lector comprobará, más allá de los tres partidos de ámbito estatal estables en todas las elecciones (AP/PP, PSOE y PCE/EU), y del PSM y UM como no estatales, se han llegado a contabilizar 86 candidaturas en total, con el máximo precisamente en las últimas de 2011 con 19 estatales y 15 no estatales.
Obviamente esta elevada fragmentación, que ha ido en imparable aumento, debería haber restado posibilidades a los partidos más grandes, pero paradógicamente, el daño ha sido mayor en estos últimos, pues mientras que los primeros han acumulado un 72% del voto, los no estatales – siendo casi los mismos en magnitud -, solo lo han hecho en un 23%, estando el resto recogido por coaliciones entre unos y otros. Es cierto que el fracaso electoral es un proceso retroalimentado entre un mal resultado en unas elecciones y la debilidad de la oferta en las elecciones siguientes, pero la realidad es que toda esta oferta local, nunca ha llegado a articular un partido o coalición unitaria, que acumulara con soltura más del 10% del voto.
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Como última reflexión, y tras todo el análisis realizado, la legislatura 2011-2015 podría considerarse diferente a las anteriores y quizás el principio de un nuevo ciclo electoral. Obviamente, esta percepción es relativa según el ámbito temporal de comparación o el umbral de magnitud considerado, pero propondremos al lector abstraerse de la costumbre de considerar las fases electorales como los meros cambios en el partido gobernante y fijarse en los movimientos de voto y en la fragmentación de partidos para identificar estos cambios de ciclo. Según la primera opción, en Baleares habría habido cinco fases tanto según el partido en el gobierno (PP 1983-1999, Pacte 1999-2003, PP 2003-2007, Pacte 2007-2011, y PP 2011-2014), como el presidente al frente del mismo (Cañellas, Antich, Matas, Antich y Bauzá respectivamente). Pero según demostraremos en el último capítulo, bajo los criterios de volatilidad en el voto o de fragmentación electoral, deberían considerarse sólo tres. La definida por la preponderancia de la UCD en el período preautonómico (1977-1982), la de alternancia PP-PSOE entre 1983 y 1989, y la última y más larga, entre las generales de 1989 hasta la actualidad en que el PP ha sido mayoritario y en muchos casos hegemónico.
Queremos pues llamar la atención que quizás estemos ante una cuarta fase caracterizada por una mayor fragmentación, alrededor de tres o cuatro partidos. En las elecciones europeas del pasado mayo de 2014 el bipartidismo bajó del 79% al 50%, algo que nunca había ocurrido ni de manera tan brusca ni con semejantes magnitudes, y los 20 puntos de descenso del PP y las casi 6 del PSOE tuvieron como correlación el aumento de apoyos al resto de partidos, y la emergencia de dos nuevos, Podemos y Ciudadanos, que pasaron a obtener apoyos superiores al 10% cuando habían sido inexistentes hasta ese momento.
Las elecciones de mayo de 2015 servirán para comprobar si este cambio ya iniciado se consolida, y es inicio de una nueva fase, o si las elecciones europeas no han sido sino un mero movimiento coyuntural y Baleares continuará en la misma fase de estabilidad comenzada en 1989.
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Veremos pues qué ocurre, y si fuera el caso, ya lo analizaremos con la necesaria retrospectiva, pero escrito está nuestro parecer, habiéndolo intentado desde la más modesta intención de independencia, equidad y honestidad intelectual, que sólo y únicamente al lector corresponderá juzgar si la hemos conseguido.