El catalán está en una fase recesiva, como lo ha estado otras veces en la historia, pero aún así, está «muy enraizado en el ADN» de Baleares y ha ganado hablantes gracias al modelo lingüístico educativo. Por eso, Miquel Sbert (Llucmajor, 1952) cree que «es un milagro que mantengamos cierto nivel del uso de la lengua». Ese es el mensaje optimista del filólogo catalán, que fue director general d’Ordenació i Innovació Educativa y jefe del Departament d’Inspecció Educativa del Govern. En esta larga conversación reflexionamos más allá de los tópicos que se suelen tratar sobre las polémicas relacionadas con el catalán y la educación.
No solo el uso social retrocede, ahora el debate se ha degradado tanto que mucha gente cree que en cada isla hablamos un idioma diferente y la Casa Real incluso da credibilidad al ficticio baléà. ¿Cómo hemos llegado a esto?
Estamos en una fase recesiva que intermitentemente se ha ido dando en la historia. El uso del catalán no es una línea que se mantenga con una progresión sin incidentes, es un continuo sube y baja. El catalán es minoritario y está minorizado, y hay muchas causas que provocan que su uso sea anómalo con respecto a otras lenguas cultas. Hay varios componentes: uno político, porque tenemos autonomía desde hace poco tiempo y ha sido gestionada mayoritariamente por fuerzas centralistas. Eso no quiere decir que no hayan trabajado para promoverla, pero no han reconducido la situación hacia una de igualdad lingüística. Los hechos cantan. Otro factor es el demográfico: la inmigración ya no es solo de castellanohablantes, es de todas las fronteras que se puedan imaginar, y también de personas de zonas subalternas y otras que son de la élite. No tienen voluntad de destruirla, pero la mayoría no está interesada en la lengua del país. Además, la presencia del castellano y otros idiomas en los medios y las redes sociales es incomparable. Pese a todo, la lengua forma parte de una idiosincrasia de un pueblo, que está muy enraizada en el ADN de Baleares y el catalán ha ganado hablantes que en casa usan el castellano, por ejemplo. Hay fuerzas que pugnan por combatirla porque la ven como un símbolo de una identidad, que otros defendemos. Se ataca con una violencia intelectual y verbal extraordinaria que multiplica las tensiones. Es un milagro que mantengamos cierto nivel del uso de la lengua.
Se cuestiona que el catalán de Mallorca, o mallorquín, no sea el mismo idioma que el catalán de Cataluña o el de la Comunidad Valenciana. Oyen catalán y lo asocian a esa región geográfica, pero eso no pasa con el argentino, el peruano o el venezolano, dialectos del castellano o español. En esos casos no hay esa confusión, muchas veces interesada. ¿Cómo surge este falso debate?
Divide y vencerás. Todas las fuerzas políticas, intelectuales y económicas que están en contra de la existencia de un núcleo identitario que habla en catalán, están interesadas en reducir el prestigio de la lengua y mantener y aumentar la del castellano, que no tiene ningún problema de prestigio. Cuenta, además, con dialectos que muchos estados-nación sudamericanos tienen como idioma oficial. Ser una lengua sin estado, como el catalán, permite introducir variables de distorsión de la realidad. Es significativo que Francesc de Borja Moll publicara un folletín titulado Lengua-dialecto en mallorquín o catalán. Todos los idiomas tienen muchas modalidades al usarse. En los pueblos, dentro de una familia, hay muchos dialectos. Es algo natural que se hable de muchas maneras. Eso hizo que los países más poderosos crearan órganos consensuados para elaborar una codificación del idioma, para mantener un lenguaje depurado que permita la intercomunicación entre hablantes. Desde la Real Academia Española a la Academia Francesa o el Institut d’Estudis Catalans. La voluntad disgregadora es una herramienta clásica de quien quieren cargarse una lengua. De ahí que se defienda el baléà.
Cuando, además, Baleares no existe como identidad común porque simplemente es una realidad administrativa. Y solo desde hace 41 años.
Es así, no es percibida ni sentida por los ciudadanos. La periferia siempre ve con recelo o como enemigo al centro, que tiene tendencia a imponerse. Eso pasa entre Eivissa y Mallorca. El concepto balear, que no existe, es fácil de usar políticamente, y cada uno lo estira hacia donde quiere, pero la insensatez de que las lenguas de cada isla tengan filológicamente una categoría no tiene sentido. La intercomunicación es total. Hay algunos matices de léxico y entonación, como los hay entre uno de Barcelona y Lleida. Lo contrario es poner trampas artificiales y excitar pasiones, que confrontan con las de otros.
Hubo falangistas que escribieron en catalán, como Llorenç Villalonga, porque tenían más fama y éxito
¿Por qué tu generación, que estudió en castellano durante el franquismo, mantuvo el catalán pese a que estaba excluido de los medios, las instituciones y el ámbito público?
No soy experto en esta cuestión, pero sí que creo que se dio algo curioso. El régimen fue anticatalanista, contrario al catalán, y tomó muchas medias represivas contra la lengua, pero no le fue bien por la influencia de cierto sector del catolicismo, que comulgaba con las ideas de la Reinaixença. Su lema era el de los Jocs Florals: Patria, fides, amor. Loaban la patria ideal, no separada de España, pero sí educada y que bebía de una tradición medieval cultural riquísima que era modelo de las lenguas románicas. La figura de Ramon Llull llena siglos por su importancia cultural, política y filosófica. Es algo de lo que no se podía renunciar con facilidad. Los folcloristas románticos beben de ahí. Es verdad que, como buenos conservadores, esta patria la querían construir limpia de desviacionismos religiosos, violencias e impecable desde el punto de vista sexual.
Eugeni d’Ors representaban eso.
Así es. Y los que no eran románticos, mantuvieron esas ideas y estuvieron muy identificados con la cultura literaria catalana y ese saber. Si se analizan los primeros años del franquismo en Baleares, se siguieron editando clásicos nuestros como Miquel Costa i Llobera o se publicaba a Maria Antònia Salvà y Miquel Ferrà, que a pesar de ser republicano, era muy creyente. Eso está relacionado con el fides y el amor, la lírica sin sexo, solo sensualidad. Eso está en las clases mayoritariamente de derechas. Hubo falangistas que escribieron en catalán, como Llorenç Villalonga, porque tenían más fama y éxito. La lengua tenía prestigio y le daba lectores. La ideología de un escritor no es determinante en la calidad de su escritura. Los hay de todo color que son buenos o malos, si simpatizas o no es otra cosa. Para construir todo este imaginario también se recoge la literatura del pueblo, las tradiciones, que guste o no, aquí son en catalán, con sus modalidades. Los glossadors o juglares que hacían teatro popular, eran en esa lengua porque el dominio del castellano es algo muy nuevo. En el franquismo se hacían catecismos en catalán porque la gente no entendía el castellano. En la escuela de curas de Llucmajor a la que fui, que era en castellano, nos explicaban los problemas en mallorquín porque de lo contrario no los entendíamos.
La religión católica, asimilada por el franquismo, fue la que precisamente predicó en la lengua que fuera necesaria para llegar a la gente. Eso preservó el catalán, el gallego y el euskera y revitalizó los nacionalismos, además del español.
Fue así porque los curas, que eran de derechas y conservadores, no tenían problema en expresarse en catalán. Los folcloristas patriotas, de uno y otro color, han cortado y manipulando lo popular como querían. Mossèn Antoni Maria Alcover lo hizo con las rondalles, por ejemplo, eliminado los aspectos sexuales, pero si se buscan se pueden encontrar. Sensualidad la hay, y en algunos casos alguna referencia clarísima, pero no explícita.
Nos hemos convertido en juguetes de unos poderes económicos que convierten a la gente en consumidores, y el consumidor no tiene criterio
La profesora Cristina Sans, que da catalán en un instituto, decía en una entrevista con El Periódico que los alumnos ven este idioma «como la lengua de los profes, y se rebotan». ¿Cómo cambiar esa mirada?
Se necesita la cooperación de todos, no basta con la escuela, que es necesaria, pero insuficiente. Se tienen que implicar familias, prensa e instituciones. Hay demasiados factores sociológicos que intervienen. El prestigio actual del profesorado, comparado con el que tenía hace ciertos años, que quizás estaba, en general, menos preparado, ha decaído. La autoridad de prestigio es la que se basa en reconocer que una persona sabe más que tú y que puedes aprender de ella. Es un concepto antiautoritario muy necesario. Siempre pongo el siguiente ejemplo, refiriéndome al código de circulación: ¿cuántos conducen con prudencia por convicción y cuántos lo hacen por miedo a las multas? La dinámica en la que caemos, del premio y el castigo, es feroz. La libertad es un derecho difícil de aplicar porque acaba cuando empieza la del otro y el poderoso no lo quiere. Por tanto, entramos en un conflicto de respeto y de concepción de la libertad que también afecta a las escuelas. Si un niño ve que su padre es capaz de insultar o agredir a un profesor o que va a clase con un coche de lujo, pierde esa perspectiva sobre la autoridad de prestigio que comentaba.
Miquel Sbert hace una breve pausa y saca otro tema.
Ahora desarrollaré una idea que puede parecer muy conservadora, pero no lo considero así. Cuando una sociedad tiene una escala de valores construida y estos valores desaparecen y no se sustituyen, llenamos ese vacío con lo que se pueda. Como la sociedad actual ha evolucionado de unos valores que considero obsoletos, porque provenían de la dictadura, y no se han sustituido por otros nuevos, nos hemos convertido en juguetes de unos poderes económicos que convierten a la gente en consumidores. El consumidor no tiene criterio, le hacen creer que necesita una serie de cosas, y eso somete muchas de las pautas de nuestras vidas.
El consumo ha reemplazado a la religión, por ejemplo, y los valores que quedan, quizás sean elegir entre comprar un producto más ecológico que otro.
Sí, pero casi todos alienan. La ganancia del que produce se antepone, y el beneficio material, que puede tener un impacto social positivo, mayoritariamente no trae cosas buenas.
Los que rechazan el modelo vigente, de bilingüismo integral, aspiran a forzar modelos monolingües en castellano
Nuestro modelo lingüístico se basa en el ideado por la minoría sueca de Finlandia, donde el idioma minorizado es vehicular. «Apostar por el catalán era la defensa ante los posibles desmadres de dos nacionalismos y de sus dos respectivas unidades nacionales. Establecer una lengua débil como la lengua a proteger, como la apuesta democrática de una sociedad, que impedía perder tiempo y pasión en un conflicto identitario». Así lo describía el periodista Guillem Martínez. Creo que eso es lo que se ha roto porque los partidos, y no la sociedad, han incentivado este choque de forma vertial. ¿Cómo lo ves?
Un presidente de nefasta memoria y cuyo nombre no quiero citar hizo todo lo posible por confundir a la gente sobre el modelo lingüístico educativo de Balears, que es de bilingüismo integral, es decir, en el que la normalización lingüística es un factor determinante porque parte del desequilibrio en favor de la lengua del estado. Este planteamiento no lo acepta todo el mundo, pero este presidente, desde el poder, hizo creer que aquí hay una inmersión lingüística impuesta. Pero es mentira, porque aquí se usa una técnica didáctica para que los alumnos castellanohablantes que viven en zonas donde apenas se habla catalán, tengan una herramienta para aprenderlo. Y, a partir de un momento determinado, se da un tratamiento similar de ambas lenguas. La estructura de inmersión de Cataluña no tiene nada que ver con la de aquí, salvo la técnica didáctica, que nace a imitación de Canadá y de ciertas zonas de EEUU, donde castellanohablantes hacían inmersión en inglés para aprenderlo rápidamente. En Baleares nunca ha habido más de 40 escuelas que hicieran inmersión lingüística porque en los pueblos se enseña catalán y castellano, aplicando el decreto de mínimos. Contra el sistema de bilingüismo integral, las dos posturas radicales son claras. Algunos pedían enseñanza monolingüe en catalán y otros en castellano. Todos los que hablan de dobles líneas y planes pilotos de elección de lengua, buscan forzar modelos monolingües en castellano. Hay una confusión interesada para acabar con un modelo que se adoptó por consenso y unanimidad.
La libertad individual llevada al último término obligaría a hacer tantas escuelas como niños hay
¿El plan de elección del Govern es una avanzadilla?
El PP de Marga Prohens, que es más sibilino, ha aprendido la lección, y hacen hacer a Vox el papel de malos, mientras aplican maniobras que friegan la legalidad. Aparentemente, defiende el concepto de libertad de elección de lengua, que nuestras leyes no permiten, solo en la primera enseñanza. La libertad está garantizada por las leyes, pero no es absoluta, porque sería inaplicable. La libertad individual llevada al último término obligaría a hacer tantas escuelas como niños hay.
¿El modelo lingüístico vigente es un fracaso o el único viable?
No es un fracaso porque hasta ahora ha permitido que una gran cantidad de alumnos incapaces de expresarse en catalán lo pueden hacer. Es un éxito. Otra cosa es que los movimientos demográficos de los últimos años hagan necesario reforzar este modelo. Y la lucha política exterior al sistema educativo, que va en contra de la lengua del país, tampoco ayuda. Además, la presencia en los medios es favorable al castellano. La ley dice que se deben de dominar ambos idiomas al acabar la educación obligatoria, en todos los centros se debe de hacer, así que el plan piloto para elegir fomenta la desigualdad de oportunidades.
Con mis impuestos quiero que se proteja mi lengua y la cultura, pero que no se haga propaganda
La Generalitat catalana dará ayudas a los influencers para que lo usen. ¿No crees que la promoción de la lengua a través de la subvención ha conseguido lo opuesto, que sea menos popular y sea vista como algo artificial?
Te responderé como viejo que soy, porque no pertenezco a esta época. A mi edad ya tengo una serie de aspectos consolidados que no están reflejados en la actualidad. Todo se tiene que hacer con normalidad, y eso significa que si tenemos medios institucionales para promover las cosas, hay que usarlos. Por ejemplo: las actitudes lingüísticas de los periodistas de radio o televisión. Sería conveniente que lo hicieran con naturalidad, sin impostar la voz o haciendo una genuflexión con el entrevistado. Los reporteros de RTVE, cuando se encuentran con alguien que habla otra lengua, subtitulan o traducen simultáneamente. Los influencers del catalán tendrían que salir solos, no mediante subvenciones. Saldrían de forma natural si la lengua se tratara con naturalidad. La gente hace caso si le castigan o viendo un ejemplo auténtico, y eso funciona a la larga. Hacer cosas artificiosas no sirve. La publicidad debe de ser sutil, no evidente. Aun así, no es lo mismo organizar una cosa y que te den una subvención, que recibir ese dinero para hacer algo concreto. Todo lo que sea espontáneo lo veo positivo y veo bien que se incentive. Con mis impuestos, una parte quiero que sirva para proteger mi lengua y la cultura, pero que no se haga propaganda. Cuando sale una línea de subvenciones, la burocracia es tan grande que solo se las llevan las pocas compañías que se ganan la vida haciendo gestión cultural. Los que hacen cultura, como las asociaciones de balladors, glossadors o músicos, no son capaces de tramitarlas. Los gestores hacen de intermediarios con estas entidades, pero las ayudas deberían de llegar directamente a los que hacen cultura.