Más de 10.000 personas salieron a la calle el pasado sábado, 25 de mayo, para protestar contra la masificación turística y por el derecho a la vivienda digna. El debate sobre el exceso poblacional ha saltado a la opinión pública y hay muchas personas que culpan a los visitantes y nuevos residentes de los atascos, del elevado precio de los pisos o del alto nivel de vida. ¿Rechazan los mallorquines a los turistas? Ultima Hora ha consultado a varios expertos sobre este asunto.

Gonzalo Adán, psicólogo social y director de Sociométrica, tiene claro que sí. «Venimos avisando desde el año 2017 a través del estudio continuo denominado Ecobarómetro, financiado por el IBES y Tirme, que una de las principales preocupaciones de los mallorquines es la masificación turística. El año pasado hicimos con Ultima Hora una macroencuesta en la que aparecía como el principal problema de Baleares. Hemos llegado hasta aquí sin que nadie haya hecho nada. Menos mal que el Govern balear ha tomado cartas en el asunto».

Según Adán, los mallorquines rechazan a los visitantes porque «crece el numero de turistas, las plazas hoteleras, los taxis, los autobuses, los coches de alquiler, la oferta ilegal…; pero los servicios públicos y las infraestructuras no lo hacen a la misma velocidad. Más gente en el mismo espacio, da como consecuencia lo que en sociología se llama hacinamiento y en psicología social invasión del espacio vital. Ambas cosas generan incomodidad, primero; ansiedad, después; y, con el tiempo, agresividad, aunque sea verbal. De momento no hemos llegado a esa fase, afortunadamente».

Carles F. Baeza, sociólogo, doctor en Arquitectura y profesor en Intervención Sociocomunitaria, también cree que hay una reacción contraria a los turistas y señala que así lo puso de manifiesto la protesta del pasado sábado. Sin embargo, precisa que «no creo que se concentre en su figura, sino en el efecto que genera su presencia masiva y continua más allá de las zonas turísticas». En este punto, destaca lo que está sucediendo en zonas como en barrio palmesano de Son Espanyolet. «Los turistas han desplazado a los residentes en zonas residenciales. Hay macro hoteles ocultos ilegales, que se han infiltrado en la vida de los residentes», reprocha.

Efectos ecológicos

Adán considera que, «además de los efectos psicológicos por la invasión del espacio vital (mayor ansiedad y nerviosismo), hay efectos ecológicos, ya que se desgasta el medio ambiente a una velocidad que no se puede regenerar. Falta de agua, exceso de ruido, de basura, pérdida de paisaje, etc. Lo que los mallorquines consideramos que forma parte de nuestra idiosincrasia y que nos hace orgullosos, queda amenazado». A su modo de ver, «sin límites, en el futuro Mallorca será un enorme parque temático, con ríos de turistas haciendo fotos a todo y a toda velocidad, como son hoy algunas islas griegas, como Santorini o Mykonos. Para evitarlo, sostiene que «deben ponerse limites porque la economía no lo es todo. Bajo mi punto de vista de psicólogo, antes que la economía va la convivencia pacífica y la propia salud mental; y la masificación sin límites atenta a ambas cosas».

Reducir el número de turistas

Bauzá matiza que «todos somos turistas», pero advierte que «los residentes se sienten desplazados y esto aumenta el rechazo hacia los visitantes». Además, señala que «el sector turístico debería preguntarse por qué se ha alzado la voz». A su entender, «hay que reducir el número de visitantes, así como disminuir y eliminar todo lo que entorpezca la vida de los residentes y facilitar que ambos puedan convivir». En este punto, advierte del «riesgo de que nada cambie» y defiende que deben ser «cambios sustanciales, de mucho calado» y recrimina que «nadie ha hecho los deberes. Ahora se va a tener que legislar, sancionar y vigilar». Como ejemplo, señala que el alquiler turístico permite recaudar en un mes cuatro veces más que el de larga estancia y denuncia que no se está sancionando al ilegal. «Se está invitando a alquilar de manera ilegal», critica.

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