La encuesta electoral que publicó este diario, realizada por el IBES, planteaba algunos enigmas importantes cuando ya se ha entrado en la recta final de la legislatura. La primera, que pude comentar con un exasesor de la presidenta Francina Armengol, fue, precisamente, el deterioro del PSIB –y en especial de su líder– tras un cuatrienio en el cual ha dado sobradas muestras de temple frente a la adversidad. En un ejercicio de madurez política, del que yo mismo me he sorprendido, Armengol ha logrado sortear la pandemia tejiendo importantes alianzas y complicidades sociales, por encima incluso de las divergencias políticas. Esta columna se ha hecho eco en diversas ocasiones de la excepcional transversalidad lograda por el Govern en los momentos más complicados del ataque de la COVID, un detalle que ahora, cuando la pesadilla da la impresión que se aleja, los ciudadanos se obstinan en no reconocer. Y es que el PSIB-PSOE es la formación más castigada por el electorado, según el sondeo demoscópico.

Las razones del retroceso socialista en Balears habría que buscarlas en los efectos de la política nacional. Y ahí es donde aparece la figura de Pedro Sánchez. Resulta inevitable confundir para buena parte de la ciudadanía la gestión que un mismo partido hace en Palma y en Madrid, al final se genera una amalgama que no siempre resulta beneficiosa para los barones regionales. El PSOE es una formación en declive, como lo evidencian las últimas confrontaciones en las urnas, y los líderes autonómicos tratan de distanciarse de una imagen cada vez deteriorada. Aquí, sin embargo, el PSIB sigue mimetizado con los designios de la cúpula de Ferraz; no hay síntomas de distanciamiento. No parece que el esquema de trabajo esté dando los resultados apetecibles.

La otra cuestión llamativa del trabajo del IBES es fortaleza de Vox en Balears, partido al que vaticina un avance poco menos que espectacular, imprescindible para conformar una mayoría parlamentaria con el PP. Esta dinámica contrasta con la trayectoria errática que la formación que dirige Santiago Abascal en el resto de España, donde se percibe la pérdida de apoyo social; al menos con el vigor que se le suponía. No podemos olvidar que la situación interna de Vox en las Isla puede calificarse de cualquier manera como plácida y tranquila. En la guerra entre Jorge Campos y Fulgencio Coll no se ha firmado el armisticio.

Carambola del PI

En el escenario que se dibuja en el horizonte político de Balears cobra fuerza el papel de Proposta per les Illes, cuyo reciente congreso confirmó a Tolo Gili en la presidencia de los regionalistas. De confirmarse el dibujo parlamentario del IBES el PI puede quedar ante una compleja disyuntiva, entre dar su apoyo a una coalición de izquierdas integrada por Unidas Podemos y Més per Menorca, por citar los grupos con exigencias más radicales, o, por el contrario facilitar el regreso del PP con Vox dentro o fuera del Govern. A priori de inclino por pensar que esta última opción es de imposible ejecución. En estas circunstancias, las opciones de Marga Prohens para llegar al Consolat se le están complicando. Vuelve el todo o nada.

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