La encuesta del Instituto Balear de Estudios Sociales (IBES) confirma la interiorización por buena parte de la sociedad balear de los problemas que genera la masiva presencia de turistas durante la temporada alta, una percepción negativa acrecentada por dos circunstancias como son la casi nula llegada de visitantes durante los años de la pandemia y, por el contrario, la eclosión de este año; cuyos registros han sido espectaculares. Este contraste es muy probable que ayude a esta evaluación social con respecto a la que es nuestra principal industria, la que genera más riqueza y puestos de trabajo. Pero el sondeo demoscópico refleja una realidad incuestionable a la que es preciso hacer frente, darle la espalda es la garantía de generar problemas más graves en el futuro.

Nueva conciencia social

Cada vez más, los ciudadanos son conscientes de la necesidad de evitar que se rompa el equilibrio entre la explotación turística de las Islas y la garantía de la calidad de vida, tanto para los residentes como para los visitantes. Ofrecer un destino en el que acceder a sus enclaves más emblemáticos es cada vez más difícil y complicado, con una red viaria saturada o con sus infraestructuras y servicios públicos al borde del colapso preocupan, y mucho, a la sociedad. El agobio no es solo una mera sensación ciudadana y merece la adopción de medidas que reconduzcan la situación.

Un compromiso global

Resulta obvio destacar que son las instituciones públicas de las Islas las primeras que deben asumir este estado de opinión social y actuar en consecuencia, pero también es necesario advertir que intervenciones precipitadas pueden tener un impacto muy desfavorable y alejado del objetivo que se persigue. Es preciso reclamar una estrategia inteligente que implique a la Administración central en la toma de decisiones porque el actual marco competencial de Balears resulta insuficiente para actuar de manera eficiente sobre este acuciante problema.

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